ACOGER AL EMIGRANTE Y REFUGIADO ( FORASTERO)

ACOGER AL EMIGRANTE Y REFUGIADO 
(forastero)


Hoy en día estamos bajo la mirada de Dios y nos está dando la oportunidad de hacer el bien.

El pueblo de Dios en el Antiguo Testamento siempre fue forastero.
Los  profetas en el Antiguo Testamento nos enseñaron que Dios favorece preferentemente a los más pobres; los que no tienen alimento, enfermos, viudas, huérfanos y forasteros y que también, nosotros seremos juzgados conforme a como los tratemos.
 En el Nuevo Testamento nos muestra que nuestro Señor Jesucristo, todavía de tierna edad  fue forastero en Egipto, para escapar de la dictadura sangrienta de Herodes que lo quería matar. El compartió el sufrimiento de los millones de personas que hoy en día van de un lado a otro buscando un refugio.
Si revisamos la vida de Jesús en los Evangelios, vemos en Él una preocupación constante por aquellos que son rechazados por el sistema los más pobres la viuda, los enfermos, el extraño y el pobre ellos son el objetivo principal en todos sus encuentros.
Los Apóstoles fueron forasteros por orden de nuestro Señor Jesucristo tuvieron la misión de evangelizar por todo el mundo.
 Y así Dios Padre nos enseña que por medio del Amor y la caridad verdadera hallaremos un juicio justo y una salvación eterna.

 "«Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. 35. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa." 
 San Mateo, 25: 34-35

Jose, Maria y el niño Jesus huyendo de Palestina.

Parábola "El buen samaritano" 


TEXTOS BÍBLICOS QUE NOS HABLAN DE LA ACTITUD QUE DEBEMOS TOMAR ANTE UN FORASTERO


Al forastero que viva con ustedes lo mirarán como a uno de ustedes y lo amarás como a ti mismo, pues ustedes también fueron forasteros en Egipto: ¡yo soy Yavé, tu Dios!
Levítico 19:34

"Hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero dándole pan y vestido. 19. Ama, pues, al forastero, porque forastero fuiste tú mismo en el país de Egipto." 
Deuteronomio, 10: 18-19 

"No opriman a los extranjeros, pues ustedes saben lo que es ser extranjero. Lo fueron ustedes en la tierra de Egipto." 
Éxodo, 23:9

"Pues bien, esto es lo que Yavé decía por sus profetas: Tomen decisiones justas, actúen con sinceridad, sean compasivos con sus hermanos. 10. No opriman a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre; no anden pensando cómo hacerle el mal a otro." 
Zacarías, 7: 9-10

"Si tu hermano pasa necesidad y ves que no puede salir del apuro, ayúdalo, aunque sea forastero o huésped, para que pueda vivir junto a ti" 
Levítico, 25 35

"Vendrá entonces a comer el levita, que no tiene herencia propia entre ustedes, y el extranjero, el huérfano y la viuda, que habitan tus ciudades, y comerán hasta saciarse. Así Yavé bendecirá todas las obras de tus manos, todo lo que hayas emprendido." 
Deuteronomio, 14: 29

"Después comerás y celebrarás una fiesta, tú y tu familia, con todos los bienes que Yavé te ha dado. También comerán y estarán de fiesta contigo, tanto el levita como el forastero que viven junto a ti." 
Deuteronomio, 26: 11

"Tampoco rebusques en tus viñas, ni recojas de tus huertos las frutas caídas. Las dejarás al pobre y al forastero: ¡yo soy Yavé, tu Dios!" 
Levítico, 19: 10

"Cuando cosechen los productos de sus campos, no segarán hasta el límite de los campos ni recogerán las espigas perdidas, sino que las dejarán para el pobre y para el forastero: ¡yo soy Yavé, el Dios de ustedes.»" 
Levítico, 23: 22

"Cuando cortes el trigo en tu campo, si se te cae alguna gavilla, no volverás a recogerla, sino que quedará para el forastero, el huérfano y la viuda. Así Yavé te bendecirá en todos tus trabajos. 20. Cuando coseches tus olivos, no pasarás otra vez para sacudirlos: el resto será para el forastero, el huérfano y la viuda. 21. Cuando vendimies tu viña, no volverás a buscar lo que haya quedado. Esto será la parte del forastero, del huérfano y de la viuda. 22. Acuérdate de que fuiste esclavo en Egipto. Por eso te mando hacer esto." 
Deuteronomio, 24: 19-22

"El tercer año, año del diezmo, cuando hayas acabado de separar el diezmo de todas tus cosechas y se lo hayas dado al levita, al forastero, a la viuda y al huérfano, para que lo coman en tu misma ciudad hasta saciarse, 13.dirás en presencia de Yavé: «He sacado de mi casa lo que pertenece a Yavé: se lo he dado al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, según los mandamientos que me has dado. No he traspasado ninguno de ellos ni los he olvidado." 
Deuteronomio, 26: 12-13

"«Llamen a consejo, tomen una decisión, extiende tu sombra como la noche contra el ardor del sol; esconde a los perseguidos, no entregues al que huye. 4. Dales hospedaje a los fugitivos de Moab, ofréceles un asilo frente al saqueador.» 
Isaías, 16. 3-4

"«Vengan, benditos de mi Padre, y tomen posesión del reino que ha sido preparado para ustedes desde el principio del mundo. 35. Porque tuve hambre y ustedes me dieron de comer; tuve sed y ustedes me dieron de beber. Fui forastero y ustedes me recibieron en su casa." 
 San Mateo, 25: 34-35

"Manténgase el amor fraterno. 2. No dejen de practicar la hospitalidad, pues saben que algunos dieron alojamiento a ángeles sin saberlo." 
Carta a los Hebreos, 13:1-2

"Nosotros tenemos nuestra patria en el cielo, y de allí esperamos al Salvador que tanto anhelamos, Cristo Jesús, el Señor." 
Carta a los Filipenses, 3:20

"y recomendada por sus buenas obras: si educó a sus hijos, dio hospitalidad y sirvió humildemente a los santos, socorrió a los que sufren. En pocas palabras, que se haya dedicado a hacer el bien." 
1º Carta a Timoteo, 5: 10

"Hermano, obras muy bien al preocuparte por los hermanos, y más aún cuando llegan de otro lugar." 
3º Carta de Juan, 1: 5

"Pues la Ley entera se resume en una frase: Amarás al prójimo como a ti mismo." 
Carta a los Gálatas, 5:14

¿QUE NOS ENSEÑA EL PAPA FRANCISCO?
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Proseguimos con la reflexión sobre las Obras de misericordia corporales, que el Señor Jesús nos ha transmitido para mantener siempre viva y dinámica nuestra fe. Estas obras, de hecho, muestran que los cristianos no están cansados e inactivos en la espera del encuentro final con el Señor, sino que cada día van a su encuentro, reconociendo su rostro en aquel de tantas personas que piden ayuda. Hoy nos detenemos en estas palabras de Jesús: «Estaba de paso, y me alojaron; desnudo, y me vistieron» (Mt 25,35-36).
En nuestro tiempo es todavía actual la obra que se refiere a los forasteros. La crisis económica, los conflictos armados y los cambios climáticos llevan a tantas personas a emigrar. Sin embargo, las migraciones no son un fenómeno nuevo, sino que pertenecen a la historia de la humanidad. Es falta de memoria histórica pensar que estas sean algo propio de nuestro tiempo.
La Biblia nos ofrece muchos ejemplos concretos de migración. Basta pensar en Abrahán. La llamada de Dios lo llevó a dejar su país para ir a otro: «Deja tu tierra natal y la casa de tu padre, y ve al país que yo te mostraré» (Gen 12,1). Y así también fue para el pueblo de Israel, que de Egipto, donde era esclavo, caminó marchando por cuarenta años en el desierto hasta cuando llegó a la tierra prometida por Dios.
La misma Sagrada Familia – María, José y el pequeño Jesús – fue obligada a emigrar para huir de las amenazas de Herodes: «José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes» (Mt 2,14-15). La historia de la humanidad es una historia de migraciones: en cada latitud, no existe un pueblo que no haya conocido el fenómeno migratorio.
En el curso de los siglos hemos asistido a propósito a grandes expresiones de solidaridad, a pesar que no han faltado tensiones sociales. Hoy, el contexto de la crisis económica favorece lamentablemente el surgir de actitudes de cerrazón y de no acogida. En algunas partes del mundo surgen muros y barreras.
A veces parece que la obra silenciosa de muchos hombres y mujeres que, de diversos modos, se ofrecen para ayudar y asistir a los prófugos y a los migrantes sea opacada por el murmullo de otros que dan voz a un instintivo egoísmo. Pero la cerrazón no es la solución, al contrario, termina por favorecer los tráficos criminales. La única vía de solución es aquella de la solidaridad. Solidaridad … solidaridad con los migrantes, solidaridad con los forasteros…
El compromiso de los cristianos en este campo es urgente hoy como en el pasado. Para mirar sólo al siglo pasado, recordemos la estupenda figura de Santa Francisca Cabrini, que dedicó su vida junto a la de sus compañeras a los migrantes hacia los Estados Unidos de América. También hoy tenemos necesidad de estos testimonios para que la misericordia pueda alcanzar a tantos que se encuentran en necesidad.
Es un compromiso que involucra a todos, ninguno excluido. Las diócesis, las parroquias, los institutos de vida consagrada, las asociaciones y movimientos, como también cada cristiano, todos estamos llamados a acoger a los hermanos y a las hermanas que huyen de la guerra, del hambre, de la violencia y de condiciones de vida deshumanos.
Todos juntos somos una gran fuerza de ayuda para cuantos han perdido la patria, la familia, el trabajo y la dignidad. Hace algunos días, ha sucedido una pequeña historia, de ciudad. Había un refugiado que buscaba una calle y una señora se le acercó y le dijo: “¿Usted busca algo?”. Estaba sin zapatos, este refugiado. Y él dijo: “Yo quisiera ir a San Pedro para pasar por la Puerta Santa”. Y la señora pensó: “Pero, no tiene zapatos, ¿cómo iremos caminando?”. Y llamó un taxi.
Para este migrante, aquel refugiado olía mal y el conductor del taxi casi no quería que subiera, pero al final lo dejó subir al taxi. Y la señora, junto a él. Y la señora le preguntó un poco de su historia de refugiado y de migrante, en el recorrido del viaje, los diez minutos para llegar hasta aquí. Este hombre narró su historia de dolor, de guerra, de hambre y porque había huido de su Patria para migrar aquí.
Cuando llegaron, la señora abrió la cartera para pagar al taxista y el taxista, el hombre, el conductor que al inicio no quería que este migrante subiera porque olía mal, le dijo a la señora: “No, señora, soy yo quien debo pagar a usted porque usted me ha hecho escuchar una historia que me ha cambiado el corazón”.
 Esta señora sabía qué cosa era el dolor de un migrante, porque tenía sangre armenia y sabía el sufrimiento de su pueblo. Cuando nosotros hacemos una cosa de este tipo, al inicio nos negamos porque nos da un poco de incomodidad, “pero, huele mal…”. Pero al final, la historia nos perfuma el alma y nos hace cambiar. Piensen en esta historia y pensemos que cosa podemos hacer por los refugiados.
Y la otra cosa es vestir a quien está desnudo: ¿no quiere decir otra cosa que restituir la dignidad a quien lo ha perdido? Ciertamente dando de vestir a quien no tiene; pero pensemos también en las mujeres víctimas de la trata arrojadas a las calles, o a los demás, modos de usas el cuerpo humano como mercancía, incluso de los menores.
Y así también no tener un trabajo, una casa, un salario justo es una forma de desnudez, o ser discriminado por la raza o per la fe, son todas formas de “desnudez”, ante las cuales como cristianos estamos llamados a estar atentos, vigilantes y listos a actuar.
Queridos hermanos y hermanas, no caigamos en la trampa de encerrarnos en nosotros mismos, indiferentes a las necesidades de los hermanos y preocupados sólo de nuestros intereses.
Es justamente en la medida en la cual nos abrimos a los demás que la vida se hace fecunda, la sociedad consigue la paz y las personas recuperan su plena dignidad. Y no se olviden de aquella señora, no se olviden de aquel migrante que olía mal y no se olviden del taxista al cual el migrante había cambiado el alma. 
Gracias.




¿COMO AMAR AL PROJIMO?

Jesús también nos enseña en Lucas 10: 25-37 la parábola del “Buen samaritano” la actitud de la "Acogida".
 ACOGIDA práctica de MISERICORDIA que expresa el testimonio y la donación total del buen cristiano, nos enseña en todo momento a superar nuestro egoísmo y darle un sentido heroico a nuestra vida.

En la Biblia hay lista sobre cómo mostrar nuestro amor al prójimo.
En la descripción del Juicio Final que el mismo Jesucristo nos da en el Evangelio de San Mateo.

“Tuve hambre y me dieron de comer; tuve sed y me dieron de beber; forastero y me recibieron en su casa; sin ropas y me vistieron; enfermo y me visitaron; en la cárcel y fueron a verme”. (Mt. 25, 35-36) 

La Iglesia ha dado una lista muy completa, basado en este texto bíblico, que nos sirve de guía en nuestro amor al prójimo.

Son las llamadas Obras de Misericordia: 

Corporales y Espirituales.

 ¿QUE SIGNIFICA MISERICORDIA?

Miser= miseria.
 Cordia=corazón.

Misericordia significa sentir con el otro sus miserias y necesidades, y –como consecuencia de ese compasión (sentir con) – ayudarlo, auxiliarlo.

¿Cuántas y cuáles son las Obras de Misericordia?

En total son 14:
 7 Corporales y
 7 Espirituales.

OBRAS CORPORALES DE MISERICORDIA
1. Dar de comer al hambriento
2. Dar de beber al sediento
3. Dar posada al necesitado
4. Vestir al desnudo
5. Visitar al enfermo
6. Socorrer a los presos
7. Enterrar a los muertos

OBRAS ESPIRITUALES DE MISERICORDIA
1. Enseñar al que no sabe
2. Dar buen consejo al que lo necesita
3. Corregir al que está en error
4. Perdonar las injurias
5. Consolar al triste
6. Sufrir con paciencia los defectos
de los demás
7. Rogar a Dios por vivos y difuntos





ORACIÓN DEL EMIGRANTE

Madre del Verdadero Dios por quien vivimos,
que has querido cruzar las fronteras y vivir con nosotros
la experiencia del dolor al dejar a nuestra familia,
y todo lo que teníamos.

Hoy, nos encontramos aquí, diferentes nacionalidades
pero con una sola fe y un corazón muy agradecido,
 por haber caminado con nosotros,
hacia un lugar desconocido y diferente,
 en donde juntos hemos vivido en dolor y alegría.

Tú, Madre mía, no necesitas VISA
 para llegar a este País, tu no tienes nacionalidad, eres universal,
por eso en  tu corazón de Madre cabemos todos los continentes
incluyendo  a tus hijos que dictan las leyes  y ponen los muros.

 Sabemos que con tu cuidado maternal
no tendremos miedo,
 porque tú estarás siempre con nosotros,
para defendernos y hacer que nuestra fe no desfallezca
ante las dificultades que vamos encontrando,
como pueblo migrante en búsqueda  de una vida más digna.

Madre del Inmigrante, intercede por nosotros
ante tu Hijo Jesucristo, quien no tiene fronteras,
 para que seamos siempre bendecidos  los que estamos aquí
 y aquéllos que vienen cruzando el mar, el desierto, los rios
para que lleguen con bien hasta su destino.

Amén.
Esta canción es la esencia más pura de un inmigrante.