APRENDE A VIVIR CON ALEGRIA


ORACION GRABADA
TEMA: APRENDE A VIVIR CON ALEGRIA
PADRE DARIO BENCOSME



Los seguidores de Cristo viven contentos y alegres y se glorían de su pobreza más que los reyes de su diadema.

San Juan Crisostomo

La alegría del Señor es nuestra fuerza. Todos nosotros, si tenemos a Jesús dentro nuestro, debemos llevar la alegría como novedad al mundo.Beata Madre Teresa de Calcuta

Vuestras plegarias y alabanzas para que sean agradables a Dios, hacedlo no solamente con recogimiento de espíritu, sino con gozo y alegría de corazón.San Juan Bosco

Cristo nos dejó a paz y la alegría. Cristo es el Camino de la verdadera alegría y la felicidad. Sólo Él da la verdadera Paz.

El Evangelio es un mensaje de alegría, la Buena Noticia de la salvación del hombre.


Jesús llamó felices a sus discípulos porque habían visto y habían escuchado la Buena Nueva, el mensaje del Señor.


Sólo Cristo da la alegría que nada ni nadie nos podrá arrebatar
(Jn 16,22).

Quien verdaderamente cree que Jesús es el Verbo Encarnado, el Redentor del Hombre, no puede menos de experimentar en lo intimo un sentido de alegría inmensa, que es consuelo, paz, abandono, resignación, gozo... ¡No apaguéis esta alegría que nace de la fe en Cristo crucificado y resucitado! ¡Testimoniad vuestra alegría! ¡Habituaos a gozar de esta alegría!
(Juan Pablo II, Aloc. 241111979).




VALE LA PENA VIVIR CON ALEGRIA
Muchos seres humanos no encuentran razones válidas para vivir. Su vida es como una larga noche sin amanecer. Otros, al no creer en Dios, viven como ciegos que no quieren ver las maravillas de Dios y su vida sólo tiene valor para gozarla y disfrutarla, aprovechando al máximo los deleites del mundo y los placeres de la vida. Otros viven como si Dios no existiera, aunque digan que creen en Él, y su vida es estéril, pues sólo piensan en sí mismos. Son como desiertos sin agua, que no producen más que espinas.

Pero la vida es demasiado hermosa como para pasarla sin alegría y sin amor. Por supuesto que, en este mundo, no existe la felicidad perfecta y duradera, que sólo disfrutaremos en el cielo; sin embargo, en la medida de lo posible, se puede ser feliz y vivir con alegría, a pesar de las enormes dificultades de la vida diaria. Incluso, cuando vienen los momentos más trágicos de la muerte de seres queridos o de enfermedades incurables; si tenemos fe, podemos dar sentido a una vida, aparentemente inútil, y podemos levantar la cabeza hacia ese Dios Amor, que nos anima a seguir viviendo y a luchar por la salvación de los demás.

Nuestra vida no termina con la muerte. Hay un más allá luminoso y feliz, donde Dios, Padre amoroso, nos espera con infinito amor. Olvidarse de Dios o rechazarlo, es como vivir sin el sol de cada día, es vivir sin perspectiva de futuro, y así la vida no tiene sentido. El sentido de la vida está en Dios, que nos ama, aunque, a veces, esté oculto y silencioso. Por ello, vivamos con la mirada puesta más allá del horizonte, más allá de la muerte, más allá de las cosas de este mundo. Vivamos con la mirada puesta en Dios. Sólo así vale la pena vivir de verdad y para siempre.

Ángel Peña O.A.R.


Cristo será tu alegría

Lo puede ser, si lo busco de corazón, si descubro en Él al verdadero amor de mi corazón.



En algunos monasterios de carmelitas descalzas se cantan estos versos de origen anónimo:

Cristo será tu alegría,
y Cristo te enseñará,
y sólo Cristo será
tu amor y tu compañía.

Son versos que invitan a hacer una experiencia profunda de Cristo. Descubrir en Jesús el centro de la propia vida y la alegría profunda del corazón. Descubrir que no hay nadie que nos ame como Él, según se dice en el estribillo de una conocida canción. Descubrir que la plenitud de la propia vida, el consuelo en la enfermedad, el perdón tras una caída, la esperanza tras un fracaso, sólo pueden venir de Él...

Descubrir en Cristo al Maestro. Sólo Jesús enseña palabras de vida eterna. Sólo Él nos trae un mensaje de amor y de fraternidad. Sólo Él nos ayuda a conocernos a nosotros mismos, con nuestra grandeza y nuestra miseria. Lo decía Juan Pablo II en la misa de inicio de su Pontificado, el 22 de octubre de 1978: sólo “Cristo sabe lo que hay dentro del hombre”.

Descubrir en Cristo el amor de la propia vida, el amigo que no falla, el compañero fiel. No hay nadie como Él capaz de mostrarnos el camino, de ir a nuestro lado, de ir delante, de ir detrás, de sostenernos en el cansancio. Se alegra con nosotros cuando podemos avanzar con entusiasmo y decisión, o llora y nos tiende la mano cuando hemos caído en un día que hubiéramos preferido no quedase escrito en la propia historia...

“Cristo será tu alegría”. Quizá todavía no lo es. Quizá todavía buscamos la vida y la esperanza donde no se encuentran. El Evangelio sigue abierto: se ofrece a quien venga para saciar su anhelo de saber. El Sagrario sigue fijo en el fondo de una iglesia: el Amigo espera la llegada de hombres y mujeres necesitados de luz y de consuelo. Un sacerdote pasa horas y horas en un confesionario: tal vez será el instrumento para que pueda reconciliarme con el Padre, para que pueda recibir el perdón de Cristo.

“Cristo será tu alegría”. Ya lo es para millones de hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares del planeta. Lo puede ser, si lo busco de corazón, si descubro en Él al verdadero amor de mi alma. Hoy me espera, hoy me llama, hoy me tiende su mano taladrada. Sólo Él será, si le dejo, mi amor y mi compañía...

P. Fernando Pascual LC






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