¿PARA QUÉ JESÚS DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS? Y ¿QUÉ ES EL CIELO?



Oración carismática y prédica con el Padre Darío Bencosme que es trasmitida para el mundo por medio del Internet.

Lunes 17 de abril del 2006

El Padre Darío nos habló sobre la importancia de la Resurrección del Señor; nos enseña que es la muerte y que es el cielo, según las lecturas del día.

En la reflexión nos mostró que la gran mayoría de nosotros estando dentro de la iglesia, profesamos una fe y no sabemos dar razón de ella porque no nos hemos esforzado en profundizar lo que es el estudio de la Palabra, estudios teológicos y  libros que reflexionen acerca de nuestro Dios de una manera especial,  y así  podamos conocer y amar más intensamente a Dios.

 Para valorar este acontecimiento de la Resurrección del Señor  tenemos que tomar conciencia de cual ha sido el propósito de Jesús al morir y levantarse de la muerte. 
 ¿De qué nos esta librando? ¿Qué nos esta proporcionando? ¿Cuál era nuestra condición antigua? 

En el credo dice que Jesús descendió a los infiernos y nos preguntamos muchas veces : “¿Por qué Jesús descendió a los infiernos?”
El descendió a buscar a todos los hombres y mujeres que desde Adán hasta el momento de Cristo habían muerto con la esperanza de la resurrección. 

Ustedes recordaran hoy en la primera lectura Hechos  2: 14, 22 – 33  Aquella preocupación que tenia el Rey David  en los últimos años de su vida;  él andaba preocupado sobre cual seria su suerte final. Entonces, oró a Yavé diciéndole: “No permitas Yavé que yo me quede por siempre en el lugar de los muertos”.  Entonces,  Yavé le hizo una promesa a David: “No temas David que de ti y tu descendencia sacaremos un Rey;  un Rey que reinará con poder y gloria y su reino no terminara nunca”.

Yavé se estaba refiriendo evidentemente  a Cristo Jesús que saldría de la descendencia de David;  un reino totalmente diferente a los reinos de este mundo. Por eso, cuando muere Jesús baja a los infiernos a recuperar esas almas que murieron con la esperanza de la resurrección y efectivamente así fue.

Imagínense ustedes,  hermanos,  la cantidad de almas cautivas en el infierno que en ese momento fueron mandadas al cielo por Cristo Jesús, la algarabía, el gozo, la explosión de alegría que había en el cielo por todas esas almas.

Desde un principio el ser humano antes de que Cristo viniera y se encarnara en la Virgen María y sea nuestro salvador, las almas estaban sentenciadas al lugar de los muertos  porque el Salvador no había venido todavía. Ellos murieron con la esperanza de algún día vivir en la presencia de Dios.

Como lo dice el profeta San Pablo en Romanos 7:5 "La muerte es fruto del pecado".

El pecado nos da la muerte.La gente que muere en pecado, muere fuera de la presencia de Dios.

A partir de la resurrección de Cristo Jesús, los cielos quedaron abiertos. Su sangre que fue derramada en la cruz fue el precio que Jesús pagó por nuestro rescate. El pagó por los que nacieron desde Adán hasta ese momento y por los que nacerán en todas las generaciones futuras. Pagó para que todo aquel que libremente quiera salvarse, pueda hacerlo.

Todos tenemos las puertas abiertas en Cristo Jesús para entrar en la presencia de Dios, en la presencia del Padre, tal como lo expresa San Juan 3:16   “Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna”.

 ¡Es extraordinario y grande, lo que Cristo ha realizado por nosotros!
¿Usted sabe lo que era estar condenado por siempre?  
El castigo más terrible que puede recibir un ser humano es experimentar la total ausencia de Dios. Esto es lo que pasa en el infierno, total ausencia de Dios. Es terrible esa sensación, según lo dicen los grandes místicos.

Santa Teresa de Jesús vivió la experiencia del infierno  como un regalo de Cristo. Dice ella que después de esa experiencia se aferró con todo el corazón a Cristo; se aferro a Él con mucho más amor, con mucho más intensidad. Puesto que esto, le revelo la grandeza del sacrificio que Cristo realizó en la cruz.

Lo más hermoso de todo esto, mis hermanos, es el destino final, es lo que se ha conseguido para nosotros, es lo que Cristo ha realizado; no solamente el librarnos de la muerte, sino que nos conduce a la  liberación,  nos conduce a vivir en la presencia de Dios por siempre. 
  Como dice el Salmo 22  “Que sus corazones vivan para siempre”.

 ¿Cuál es la motivación profunda de nosotros?
Es el premio; nosotros debemos esforzarnos por lo que esta preparado para nosotros.

San Pablo en los Romanos 8: 18 nos dice:  “Los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros"

 ¿Y cuál es esa gloria?
Es el lugar donde ya no existe la muerte.

La Palabra de Dios y los místicos de nuestra iglesia que nos hablan del cielo, nos revelan tantas cosas ¡Impresionantes! ¡Maravillosas! ¡Fascinantes! que pueden ayudarnos a seguir con más ánimos y entusiasmo para entregar nuestra vida a Cristo Jesús.

 Todo lo que esta en el cielo esta en su máxima y más sublime manifestación de nobleza, de  belleza, de ternura, de amor.  

La palabra de Dios habla de la gran ciudad de la Nueva Jerusalén; algunos místicos fueron trasportados por el espíritu al cielo, tuvieron contacto con los ángeles y vieron la Nueva Jerusalén y las calles llenas de luz.

Nuestra oportunidad esta aquí, tenemos que esforzarnos en este mundo, en llegar a una relación profunda con Dios,  y dependiendo del nivel que usted aquí alcance con su relación con Dios va, también, a depender el disfrute que usted tenga allá en el cielo.

El cielo es un estado del alma fundamentalmente a mayor entrega y sacrificio en esta vida por amor a Dios, mayor será el deleite y gozo que usted va a tener allá en el cielo.
La gloria que está preparada para nosotros es la que debe movernos a vivir esta vida con mucha seriedad, con tanta dedicación, con tanto amor a Dios que no haya mancha en nuestro corazón.

Vale la pena darlo todo por Él, porque la vida sin Jesús no tiene sentido. Vale la pena sacrificar todas esas cosas que usted tanto importantiza en este mundo. Vale la pena que nos esforcemos, que nos preocupemos por dar lo mejor de nosotros.

 Tenemos a san Francisco de Asís, hijo de una familia rica. San Francisco se entregó, dejo todo por Cristo, comenzó a vivir la vida con una entrega desconcertante a la razón.

A Dios no es para conocerlo, ni para contemplarlo. A Dios es para vivirlo para disfrutarlo.
En la medida que tú te entregas, Él se entrega a ti y llegan hacer una sola persona, es ¡Maravilloso!

Recuerden a Zaqueo en Lucas 19:5 Cuando Jesús le hablo: «Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa» Hubo una gran trasformación en Zaqueo, Él entendió que el tesoro de los tesoros había llegado a su casa, que la más grande de las riquezas le estaba visitando. Entonces, Zaqueo prometió dar la mitad de  sus bienes a los pobres, y si a alguien le había quitado algo, le devolvería cuatro veces más. En Zaqueo hubo un desprendimiento, una auténtica conversión.

No sigas gastando el tiempo en cosas inútiles; es verdad que  necesitamos de lo material, pero usémoslo con prudencia. Tiremos a un lado todo lo que no nos permite acercarnos.
 No es aferrándose a este mundo lo que a usted le llevará a un encuentro con Dios.
Es soltando los bienes de este mundo la manera en que usted va alcanzar lo que Cristo quiso al hacer su sacrificio en la cruz. Su salvación.

La salvación implica vivir en ese cielo maravilloso.


AUDIO DE LA ORACIÓN GRABADA DEL P. DARIO BENCOSME DEL LUNES 17-4-2006






¿QUÉ DICEN LOS SANTOS SOBRE EL DESCENSO DE JESÚS AL INFIERNO?

San Ignacio de Antioquía escribe que Cristo, en su visita al infierno, «resucitó de entre los muertos a todos aquellos profetas que habían sido sus discípulos en espíritu y que le habían esperado como maestro» (Magn. 9, 2).
San Justino y San Ireneo citan un pasaje apócrifo de Jeremías en el cual ven claramente predicha la bajada de Cristo a los infiernos: «El Señor, el Santo (Dios) de Israel, se acordó de sus muertos que duermen en la tierra del sepulcro, y descendió a ellos para anunciarles la salud»42.
San Máximo de Turín La resurrección de Cristo es vida para los difuntos, perdón para los pecadores, gloria para los santos.
San Cipriano Cuando se ha partido de aquí de esta vida, ya no es posible hacer penitencia y no tiene efecto la satisfacción. Aquí se pierde o se gana la vida.
Madre Teresa de Calcuta En el momento de la muerte, no se nos juzgará por la cantidad de trabajo que hayamos hecho, sino por el peso de amor que hayamos puesto en nuestro trabajo.
Jesús a S.Faustina – Diario 580  “Muchas veces un alma Me hiere mortalmente y en tal caso nadie Me consolará. Hacen uso de Mis gracias para ofenderme. Hay almas que desprecian Mis gracias y todas las pruebas de Mi amor; no quieren oír Mi llamada, sino que van al abismo infernal. Esta pérdida de las almas Me sumerge en le tristeza mortal. En tales casos, a pesar de ser Dios, no puedo ayudar nada al alma, porque ella Me desprecia; disponiendo de la voluntad libre puede despreciarme o amarme.

¿QUÉ DICEN LOS SANTOS SOBRE EL CIELO?

Teresa de Jesús Pude ver a Jesús en su Santa Humanidad completa. Se me apareció con una belleza y una majestad incomparables. No temo decir que, aunque no tuviéramos otro espectáculo para encantar nuestra vista en el Cielo, ya sería una gloria inmensa. (Vida de Santa Teresa).
 San Agustín Es más fácil decir qué cosas no hay en el cielo, que decir qué cosas hay:
En el Cielo contemplaremos y descansaremos, descansaremos y alabaremos, alabaremos y amaremos, amaremos y contemplaremos. (Confesiones).
San Juan de la Cruz Tanto es el deleite de la vista de tu ser y hermosura, que no la puede sufrir mi alma, sino que tengo que morir viéndola, máteme tu vista y hermosura. (Cántico espiritual).
San Francisco de Asís El bien que espero es tan grande, que toda pena se me convierte en placer.
San Agustín de Hipona  En el Cielo dicen Aleluya, porque en la Tierra han dicho Amén.
Santa Teresa de Jesús En el cielo no habrá miradas indiferentes.
San Ignacio Loyola Qué pequeña me parece la tierra cuando miro al cielo.
San Francisco De Sales Sucede con frecuencia que con tal ahínco deseamos ser ángeles del cielo que nos olvidamos de ser hombres de bien en la Tierra.
San Juan Bosco Un pedazo de paraíso lo arregla todo.



¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE SOBRE EL DESCENSO DE JESÚS AL INFIERNO?

Mateo 12:40 Porque así como Jonás estuvo tres días y tres noches en el vientre del pez, así estará el Hijo del hombre en el seno de la tierra tres días y tres noches.
Hechos de los Apóstoles 2.27–32
27 porque tú no entregarás mi alma al Abismo, ni dejarás que tu servidor sufra la corrupción.
32 A este Jesús, Dios lo resucitó, y todos nosotros somos testigos.
Efesios 4.8–10
8 Por eso dice la Escritura: "Cuando subió a lo alto, llevó consigo a los cautivos y repartió dones a los hombres".
9 Pero si decimos que subió, significa que primero descendió a las regiones inferiores de la tierra.
10 El que descendió es el mismo que subió más allá de los cielos, para colmar todo el universo.
1 Pedro 3.18–20
18 Cristo murió una vez por nuestros pecados –siendo justo, padeció por la injusticia– para llevarnos a Dios. Entregado a la muerte en su carne, fue vivificado en el Espíritu.
19 Y entonces fue a hacer su anuncio a los espíritus que estaban prisioneros,
20 a los que se resistieron a creer cuando Dios esperaba pacientemente, en los días en que Noé construía el arca. En ella, unos pocos –ocho en total– se salvaron a través del agua.
Óseas 13.14  ¿Y yo voy a rescatarlos del poder del Abismo?

¿QUÉ DICE LA BIBLIA SOBRE EL CIELO?

Ap 22, 4 Ellos contemplarán su rostro y llevarán su Nombre en la frente.
Ap 22:5 Tampoco existirá la noche, ni les hará falta la luz de las lámparas ni la luz del sol, porque el Señor Dios los iluminará, y ellos reinarán por los siglos de los siglos.
Romanos 8: 18 Los sufrimientos del tiempo presente no pueden compararse con la gloria futura que se revelará en nosotros.
Mt. 25, 21 Entra para siempre en el gozo de tu Señor.
1 Ts 4,17 Después nosotros, los que aún vivamos, los que quedemos, serenos llevados con ellos al cielo, sobre las nubes, al encuentro de Cristo, y así permaneceremos con el Señor para siempre.
Flp 1, 23 deseo irme para estar con Cristo, porque es mucho mejor
Jn 14, 3 Y cuando haya ido y les haya preparado un lugar, volveré otra vez para llevarlos conmigo, a fin de que donde yo esté, estén también ustedes.
1 Jn 3, 2 Queridos míos, desde ahora somos hijos de Dios, y lo que seremos no se ha manifestado todavía. Sabemos que cuando se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

¿QUÉ DICE EL CATECISMO SOBRE PORQUE CRISTO DESCENDIÓ A LOS INFIERNOS?

632 Las frecuentes afirmaciones del Nuevo Testamento según las cuales Jesús "resucitó de entre los muertos" (Hch 3, 15; Rm 8, 11; 1 Co 15, 20) presuponen que, antes de la resurrección, permaneció en la morada de los muertos (cf. Hb 13, 20). Es el primer sentido que dio la predicación apostólica al descenso de Jesús a los infiernos; Jesús conoció la muerte como todos los hombres y se reunió con ellos en la morada de los muertos. Pero ha descendido como Salvador proclamando la buena nueva a los espíritus que estaban allí detenidos (cf. 1 P 3,18-19).
633 La Escritura llama infiernos, sheol, o hades (cf. Flp 2, 10; Hch 2, 24; Ap 1, 18; Ef 4, 9) a la morada de los muertos donde bajó Cristo después de muerto, porque los que se encontraban allí estaban privados de la visión de Dios (cf. Sal 6, 6; 88, 11-13). Tal era, en efecto, a la espera del Redentor, el estado de todos los muertos, malos o justos (cf. Sal 89, 49;1 S 28, 19; Ez 32, 17-32), lo que no quiere decir que su suerte sea idéntica como lo enseña Jesús en la parábola del pobre Lázaro recibido en el "seno de Abraham" (cf. Lc 16, 22-26). "Son precisamente estas almas santas, que esperaban a su Libertador en el seno de Abraham, a las que Jesucristo liberó cuando descendió a los infiernos" (Catecismo Romano, 1, 6, 3). Jesús no bajó a los infiernos para liberar a los condenados (cf. Concilio de Roma, año 745: DS, 587) ni para destruir el infierno de la condenación (cf. Benedicto XII, Libelo Cum dudum: DS, 1011; Clemente VI, c. Super quibusdam: ibíd., 1077) sino para liberar a los justos que le habían precedido (cf. Concilio de Toledo IV, año 625: DS, 485; cf. también Mt 27, 52-53).
634 "Hasta a los muertos ha sido anunciada la Buena Nueva ..." (1 P 4, 6). El descenso a los infiernos es el pleno cumplimiento del anuncio evangélico de la salvación. Es la última fase de la misión mesiánica de Jesús, fase condensada en el tiempo pero inmensamente amplia en su significado real de extensión de la obra redentora a todos los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares porque todos los que se salvan se hacen partícipes de la Redención.
635 Cristo, por tanto, bajó a la profundidad de la muerte (cf. Mt 12, 40; Rm 10, 7; Ef 4, 9) para "que los muertos oigan la voz del Hijo de Dios y los que la oigan vivan" (Jn 5, 25). Jesús, "el Príncipe de la vida" (Hch 3, 15) aniquiló "mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo y libertó a cuantos, por temor a la muerte, estaban de por vida sometidos a esclavitud "(Hb2, 14-15). En adelante, Cristo resucitado "tiene las llaves de la muerte y del Infierno" (Ap 1, 18) y "al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra y en los abismos" (Flp 2, 10).
«Un gran silencio envuelve la tierra; un gran silencio y una gran soledad. Un gran silencio, porque el Rey duerme. La tierra está temerosa y sobrecogida, porque Dios se ha dormido en la carne y ha despertado a los que dormían desde antiguo [...] Va a buscar a nuestro primer Padre como si éste fuera la oveja perdida. Quiere visitar a los que viven en tinieblas y en sombra de muerte. Él, que es la mismo tiempo Dios e Hijo de Dios,  va a librar de sus prisiones y de sus dolores a Adán y a Eva [...] Yo soy tu Dios, que por ti y por todos los que han de nacer de ti me he hecho tu Hijo. A ti te mando: Despierta, tú que duermes, pues no te creé para que permanezcas cautivo en el abismo; levántate de entre los muertos, pues yo soy la vida de los muertos» (Antigua homilía sobre el grande y santo Sábado: PG 43, 440. 452. 461).

Resumen
636 En la expresión "Jesús descendió a los infiernos", el símbolo confiesa que Jesús murió realmente, y que, por su muerte en favor nuestro, ha vencido a la muerte y al diablo "Señor de la muerte" (Hb 2, 14).
637 Cristo muerto, en su alma unida a su persona divina, descendió a la morada de los muertos. Abrió las puertas del cielo a los justos que le habían precedido.

¿QUÉ DICE EL CATECISMO SOBRE EL CIELO?

1023 Los que mueren en la gracia y la amistad de Dios y están perfectamente purificados, viven para siempre con Cristo. Son para siempre semejantes a Dios, porque lo ven "tal cual es" (1 Jn 3, 2), cara a cara (cf. 1 Co 13, 12; Ap 22, 4):
Definimos con la autoridad apostólica: que, según la disposición general de Dios, las almas de todos los santos ... y de todos los demás fieles muertos después de recibir el bautismo de Cristo en los que no había nada que purificar cuando murieron;... o en caso de que tuvieran o tengan algo que purificar, una vez que estén purificadas después de la muerte ... aun antes de la reasunción de sus cuerpos y del juicio final, después de la Ascensión al cielo del Salvador, Jesucristo Nuestro Señor, estuvieron, están y estarán en el cielo, en el reino de los cielos y paraíso celestial con Cristo, admitidos en la compañía de los ángeles. Y después de la muerte y pasión de nuestro Señor Jesucristo vieron y ven la divina esencia con una visión intuitiva y cara a cara, sin mediación de ninguna criatura (Benedicto XII: DS 1000; cf. LG 49).
1024 Esta vida perfecta con la Santísima Trinidad, esta comunión de vida y de amor con Ella, con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados se llama "el cielo" . El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha.
1025 Vivir en el cielo es "estar con Cristo" (cf. Jn 14, 3; Flp 1, 23; 1 Ts 4,17). Los elegidos viven "en El", aún más, tienen allí, o mejor, encuentran allí su verdadera identidad, su propio nombre (cf. Ap 2, 17):
Pues la vida es estar con Cristo; donde está Cristo, allí está la vida, allí está el reino (San Ambrosio, Luc. 10,121).
1026 Por su muerte y su Resurrección Jesucristo nos ha "abierto" el cielo. La vida de los bienaventurados consiste en la plena posesión de los frutos de la redención realizada por Cristo quien asocia a su glorificación celestial a aquellos que han creído en El y que han permanecido fieles a su voluntad. El cielo es la comunidad bienaventurada de todos los que están perfectamente incorporados a El.
1027 Estes misterio de comunión bienaventurada con Dios y con todos los que están en Cristo sobrepasa toda comprensión y toda representación. La Escritura nos habla de ella en imágenes: vida, luz, paz, banquete de bodas, vino del reino, casa del Padre, Jerusalén celeste, paraíso: "Lo que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni al corazón del hombre llegó, lo que Dios preparó para los que le aman" (1 Co 2, 9).
1028 A causa de su transcendencia, Dios no puede ser visto tal cual es más que cuando El mismo abre su Misterio a la contemplación inmediata del hombre y le da la capacidad para ello. Esta contemplación de Dios en su gloria celestial es llamada por la Iglesia "la visión beatífica":
¡Cuál no será tu gloria y tu dicha!: Ser admitido a ver a Dios, tener el honor de participar en las alegrías de la salvación y de la luz eterna en compañía de Cristo, el Señor tu Dios, ...gozar en el Reino de los cielos en compañía de los justos y de los amigos de Dios, las alegrías de la inmortalidad alcanzada (San Cipriano, ep. 56,10,1).
1029 En la gloria del cielo, los bienaventurados continúan cumpliendo con alegría la voluntad de Dios con relación a los demás hombres y a la creación entera. Ya reinan con Cristo; con El "ellos reinarán por los siglos de los siglos' (Ap 22, 5; cf. Mt 25, 21.23).




En este poema de San Agustín podemos imaginarnos un poquito de lo que nuestro Padre Dios prepara para nosotros allá en el cielo.

NO LLORES, SI ME AMAS.
(Poema de San Agustín)

¡Si conocieras el don de Dios y lo que es el Cielo! ¡Si pudieras oir el cántico de los Ángeles y verme en medio de ellos!
¡Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos eternos y los nuevos senderos que atravieso!
¡Si por un instante pudieras contemplar, como yo, la belleza ante la cual todas las bellezas palidecen!
¡Cómo!¿Tú me has visto, me has amado en el país de las sombras y no te resignas a verme y amarme en el país de las inmutables realidades?
Creedme: cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, y cuando un día, que Dios ha fijado y conoce, tu alma venga a este Cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a ver a aquella que te amaba y que siempre te ama, y encontrarás tu corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme, pero transfigurado, extático y feliz, no ya esperando la muerte, sino avanzando contigo, que me llevarás de la mano por los senderos nuevos de la luz y de la vida, bebiendo con embriaguez a los pies de Dios un néctar del cual nadie se saciará jamás.
Enjuga tu llanto y no llores, si me amas.



BELLÍSIMA CANCIÓN QUE NOS HABLA DEL CIELO: DONDE TU ESTAS

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