ORACION GRABADA
TEMA: ¿ERES REALMENTE LIBRE Y FELIZ?
PADRE DARIO BENCOSME
"Solamente la libertad que se somete a la Verdad conduce a la persona humana a su verdadero bien. El bien de la persona consiste en estar en la Verdad y en realizar la Verdad".
(Juan Pablo II)
La ley de la libertad es
la ley del amor
(San Agustín, Carta 167)
En el interior del hombre habita la verdad, habita Dios. La verdadera libertad no consiste en hacer lo que nos da la gana, sino en hacer lo que tenemos que hacer, porque nos da la gana
(S. Agustín).
¿ERES REALMENTE LIBRE?
¿Eres realmente libre? ¿Libre de tus egoísmos y de tus envidias? ¿Libre de rencores o pasiones? Solamente Cristo te puede hacer verdaderamente libre. Solamente en Él encontrarás la verdadera libertad del espíritu. Jesucristo cuenta contigo para ayudar a tus hermanos para que sean libres de cualquier esclavitud, que los pueda empequeñecer y hacer menos humanos y menos felices. ¿Qué has hecho hasta ahora?
Jesús les enseñará el único camino para conseguirlo: el camino del amor. El verdadero amor nos lleva a la libertad y a la felicidad, mientras que el egoísmo nos lleva a la esclavitud de las pasiones y a la infelicidad. ¿Cuál escoges?
No olvides que Jesús te ama y te necesita, y espera tu respuesta de amor.
Nunca mientas ni hagas trampas. Sé libre de verdad. Libre de tus caprichos, que buscan siempre excusas para seguir tus gustos solamente. Libre de tu flojera para el estudio o el trabajo. Libre de tus pasiones y de tus vicios. Libre de tus sentimientos negativos, especialmente del rencor. No seas esclavo de la pereza o del egoísmo. Tienes un corazón grande y hermoso para amar. No lo malgastes en buscar solamente las cosas de la tierra.
Sé libre como las águilas, que dominan los aires. No seas como Vicente que va donde va la gente, no seas un hombre sin personalidad, que hace y dice lo que hacen y dicen los demás. Piensa por ti mismo. Decide por ti mismo. No te dejes manipular por la moda o por las ideas de tus amigos. Sé un hombre de verdad. Vive con autenticidad. No hagas de la mentira una norma de tu vida. No engañes a nadie. No trates de justificar tus errores. Reconócelos y rectifícalos.
Aprende a ser libre, rompiendo las cadenas de tus vicios, porque en nombre de la libertad se han cometido muchos crímenes. En nombre de la libertad, muchos hombres y mujeres desprecian la fidelidad conyugal y matan a niños inocentes por el aborto. No permitas que tu libertad esté encadenada por tus errores y pecados. No confundas libertad con irresponsabilidad. Ser libre es ser responsable. Ser libre es amar de verdad y hacer felices a los demás. Por eso, nunca repitas demasiado: Yo, Yo, Yo... No digas yo soy así, para justificarte. Decir no puedo es, con frecuencia, decir no quiero, es una excusa fácil y falsa. Con la ayuda de Dios, sí puedes superarte. No te detengas nunca en el camino de tu propia superación personal. Aspira a lo más alto y más profundo, aspira a ser mejor y más santo cada día.
Cambia el color de tu mirada. Mira con nuevos ojos a los que te rodean. Libérate del egoísmo destructor, del orgullo, del miedo al ridículo, de la moda, de qué dirán y de todo aquello que te hace esclavo. Piensa que cada día puedes mejorar y hacer algo mejor que ayer. No te dejes llevar del consumismo. No te crees necesidades nuevas cada día. Sé libre como los pájaros que, con un poco de comida, son felices. Y empieza a cambiar hoy, no lo dejes para mañana; pues mañana podría ser demasiado tarde.
Controla el timón de tu vida y no te dejes llevar a la deriva por tus pasiones. Sé dueño de ti mismo. No seas veleta movida por el viento. Sé tú mismo. Sé responsable de tu vida. Usa tu capacidad de pensar y actuar de acuerdo a principios fundamentales. No sigas simplemente lo que te impone la moda o lo que aprueban o desaprueban los demás. No te dejes manipular por los otros. Sé libre, pero a la vez sé responsable.
No busques las razones de tus males y de tus problemas fuera de ti. Lucha, esfuérzate, trabaja por superarte cada día. No te dejes amilanar por las dificultades. No te preocupes demasiado por lo que los demás piensan de ti. Preocúpate de lo que eres de verdad, aunque nadie conozca tus virtudes. Supérate con coraje. Perdona a quienes te hayan ofendido. Entierra tu pasado tortuoso, tus odios y antipatías, y trata de amar, servir y ayudar a todos los que te rodean.
No te vendas por dinero. El dinero no te va a dar la felicidad. Pero tampoco busques desesperadamente el placer por el placer. No te dejes esclavizar por el placer. El placer es una sensación placentera del cuerpo, que es pasajera y temporal. Busca la felicidad permanente, que pertenece al alma. Dime, ¿cuántas horas dedicas al cuidado de tu cuerpo, a tu aseo, en el gimnasio, en la playa, en el tocador? Y ¿cuánto tiempo dedicas al cuidado de tu alma? ¿No es más importante el alma que el cuerpo? No te dejes esclavizar por tu cuerpo. Vive para la eternidad.
No pierdas el tiempo, pensando en lo que pudiste haber hecho y no lo hiciste. Proyéctate al futuro para ver qué es lo que puedes hacer y cómo lo harás. Lamentarse no soluciona nada, pero puedes aprender de tus errores para dar más importancia al tiempo y no volver a perderlo. Cada día es un día único, que debes llenar de amor y alegría para hacer felices a los demás. Escribe cada día una página nueva en la historia de tu vida, pero que sea una página llena de amor, de la que puedas sentirte orgulloso. Recuerda que has nacido para ser feliz, haciendo felices a los demás.
¿Conoces a alguien que va por la vida sin rumbo como un barco que ha perdido las hélices? ¿Por qué no le echas una mano? Hay demasiada gente confundida, deprimida, sin ganas de vivir, que te necesita. Abre los ojos y haz feliz a todo el que encuentres en tu camino. Dios no te pide más. No necesitas ir a tierras lejanas a dar de comer a los hambrientos de África. Tu vida debes cumplirla en el lugar donde Dios te ha colocado. Ahí debes santificarte y ahí mismo puedes hacer feliz a mucha gente. Además, con tu oración y con tus sufrimientos también puedes llegar a ayudar a los que viven lejos; pues la oración es recogida por Dios y llevada en alas de los ángeles para ayudar a los más necesitados de los más lejanos lugares de la tierra.
Hermano, Dios espera mucho de ti. Enciende luces en tu camino para que otros sigan tus huellas. Mira a tu alrededor. El mundo está lleno de vida. Observa una brizna de hierba; un pajarillo que canta en un árbol solitario; una hormiga que vaga por el suelo, buscando un granito de trigo; un perro callejero, que está hambriento de pan y de cariño; un insecto que revolotea sin fin... Pero, sobre todo, observa a los hombres que pasan junto a ti. Mira a ese niño que no sonríe o al hombre que camina de prisa o a esa mujer que está embarazada. Todos tienen su propia historia y sus propios problemas. Al menos, puedes saludarlos, sonreírles, orar por ellos.
Sí, puedes amar a cada ser humano que hay en el mundo. No importa, si no se lo merecen. Tú no juzgues, deja el juicio a Dios. Tú ama, aunque te hayan hecho daño. Ama y perdona. Ama sin condiciones. El amor es la primera y la última palabra del universo. Por amor se hizo el mundo y se conserva. Por amor hay niños, hay familias, hay vida... Por eso, cuando falta el amor, todo se resiente y todo va mal. En cambio, donde hay amor, hay armonía y felicidad. Es decir, donde está Dios; pues Dios es Amor. Y nadie puede ser feliz sin Dios y sin su amor.
¿Por qué no sales al campo para disfrutar de un bello atardecer, de las sencillas mariposas, del canto de los pájaros, de los colores de las flores, del arco iris o de la musicalidad del viento o del perfume de los campos? No hace falta ser millonario para disfrutar de las alegrías sanas de la vida. Alégrate con la sonrisa de un niño, de la belleza de una mujer hermosa y, sobre todo, del amor de tu familia. Aprende a amar de verdad y no te dejes llevar del falso amor, que sólo busca el placer del cuerpo.
Serás libre, cuando ante cada elección, escojas no lo más agradable, sino lo que más te hace persona. Cuando prefieras el bien de tu prójimo a tu propia comodidad. Cuando digas no a la opresión y a la injusticia. Serás libre, cuando aceptes a los demás como son y cuando en todo busques hacer la voluntad de Dios; sin importarte lo que digan o no digan los demás. Sólo amando a Dios y a los demás serás verdaderamente libre. Sólo amando y sirviendo a los demás, serás realmente feliz. Sólo Dios puede darte la verdadera felicidad. Ama y serás feliz.
Aprende a ser libre, rompiendo las cadenas de tus caprichos y egoísmos. La mejor herencia que podrás dejar a tus hijos será el recuerdo de una vida intachable. ya que no les deberás educar, enseñándoles lo que sabes, sino enseñándoles lo que eres. Aprende desde ahora a ser padre. Fórmate en el silencio y lucha, aunque fracases en el intento.
Eres libre, cuando, ante cada elección, escoges no lo más agradable, sino lo que te hace más persona. Eres libre, cuando prefieres el bien de tu prójimo antes que tu propia libertad. Eres libre, cuando tu libertad vale más que el dinero. Cuando aceptas la libertad de los otros. Cuando sigues diciendo no a la opresión y a la injusticia. Eres libre, cuando aceptas a los demás tal como son y no como tú desearías que fueran. Eres libre, cuando defiendes sinceramente la libertad de los demás. Cuando tu voz contribuye a determinar en algo el curso de la historia. Eres libre, cuando a la hora del fracaso crees que Dios y el sol y tú sois nuevos cada día y que siempre es tiempo de comenzar de nuevo. Eres libre, cuando crees que el bien realizado ya no se destruye para siempre. Cuando eres capaz de sonreír, a pesar de los dolores y fracasos de la vida.
En una palabra, eres libre, cuando buscas en todas las cosas la voluntad de Dios.
P. Ángel Peña O.A.R.
Agustino Recoleto
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